Bola de navidad gigante provoca una estampida en calle Sierpes
Eran las 8 de la tarde cuando miles de sevillanos pateaban Sierpes arriba y abajo buscando esa oferta inexistente en estas fechas señaladas en la cartera del indígena tradicional. Una multitud preñada de esa devoción consumista que tanto agrada a la España de bien, en esa actitud de cartera abierta a toda tela que tanto contenta a sus majestades, los reyes Mágicos de calle Oriente. Esa ubriqueña generosa que esbozará la sonrisa en la cara del niño José Juan jarto de peladillas en algún polígono del más allá.
Eran momentos mágicos los vividos ayer, tan propios de nuestra Navidosis, cuando una bola luminosa gigante, de esas del chino de la Carretera Amarilla que ha instalado el alcalde espadas Láser en un alarde de malagueñismo, se escapa de plaza de San Francisco, enfilando calle sierpes con muy mala idea.
«El bolón paso por Laredo pillando todos los veladores que se encontraba a su paso, el kiosco de periódicos de la esquina, la cola de la lotería de Sagasta, al siego de los cupone, a las señoras con perla de Ochoa… un horró… paberse matao!» Señala Manolo Moca, regente de cafetería Catunambú.
«Se entiende que el bolazo navideño se había soltao con el último estornudo de la ciclogénesis de ayer, pero de ahí a que le diera un Indiana Jones en toda regla…» Apunta Maribola Ochoa, tenienta de alcalde del consistorio, testiga ocular del encierro desde la cafetería del mismo apellido. «Se me ha atragantao el palo de nata igualito que el palo que le puso Tarzán al cocodrilo… Qué disgusto por dios…»
La bola arrampló con 215 guiris y acabó empotránda en el kiosko de Curro de la Campana. Pero afortunadamente, no ha habido que lamentar desgracias ni lesiones. «Tan sólo ha siso un sustito navideño para que el aborigen medio sevillaní aflojé la gomilla de la cartera, que la cosa no está tan mala». Según el oráculo del portal de Belén de Cajasol, ese mismo que te habla desde la figurita del pastor acostado junto al fuego de Pichardo.
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