Da positivo en control de alcoholemia tras hincarse 3 raciones de solomillo al whisky

J.B. Sinyelo, simpático habitante de la cornisa del Aljarafe, que había bajado a la capital a ver si cogía abierto El Corte Inglés del Duque, la liaba ayer en uno de los trescientos controles que la guardia civil reparte en los accesos al más allá sevillano. El hombre no sólo dio positivo y medio, sino que petó el alcoholímetro del eructazo que le asomó con tanto soplío y tanta manduca previa.

Sinyelo jura y perjura que «no probó el alpiste en tol día que estuvo por la capitá. Ni una mijita… bueno… un shandy a medio día pa quitarse la calufa.» El hombre no daba señales de ebriedad ni largaba ninguna chuminá propia de los malajes cuñados borrachos que cogen el volante por la A-49. Pero eso sí, cada vez que soplaba el alcoholímetro el flato de Sinyelo lo petaba.

Finalmente y tras hablar con el copiloto, – este sí llevaba una tajá como un mulo-, los guardias pudieron llegar a la conclusión de que por lo visto el interfecto tiene más saque que Vanessa Willians harta de pringá de la abuela del quinto,  y se había hincado previamente 3 raciones bien despachadas de solomillos al güisqui en el bar Las Columnas de la Alameda de Hércules.

Esto ocurría justo en el control de alcoholemia que la benemérita dispone en el acceso a Bollullos de la Mitación, para que nadie suba más allá de las de las 24 horas de la noche; que es muy tarde ya y la vida es otra cosa bien distinta al frenesí y al acabóse al que se nos ha educado a todos los españoles de bien y parte de lo cuñados que nos tocaron, que son todos los que nos rodean y los que nos amenazan con arreglarnos   el cigüeñal del charré de cada fin de semana.

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