El ‘mostachón volador’ nueva sensación del verano
Matalascañas y el resto de las playas de Sevilla -que no son suyas sino de sus dueños choqueros, gaditas y malaguitas, vale…- no han podido resistirse al nuevo deporte de moda, la sensación del verano, desde Utrera al mundo, el ‘mostachón volador’. Son miles y miles los veraneantes los que se han sumado al espectacular juego, que cual dulce plaga de moscones orondos, eclipsa al mismo sol playero cada fin de semana.
Todo empezó con los niños de la familia Palosanto, que viendo como los mostachones duros se acumulaban en la despensa de la abuela, verano tras verano, sin que nadie les metiera mano, decidieron darle uso. Sacaron toda el remanente de bizcochos utreranos existente en casa y, primero en el parque, luego en la playa, procedieron a volarlos ante la admiración de los bañistas aborígenes.
«Si lo atrapas con la boca, te deja regustillo» -exclamaba Joseliqui Palosanto-. «Pues si lo pillas con la mano, te deja las miguillas» -apuntaba Genaro Palosanto- «Si lo pillas con el pie, te hace consquillicas», señalaba Chuni Palosanto. El caso es que aquella exhibición de los Palosanto con el mostachón volador fue el principio de la pasión andaluza por este bizcocho duro.
Las fábricas utreranas están trabajando a destajo para satisfacer la ingente demanda de mostachones duros, los auténticos. Y desde el recién establecido consorcio utrerano del mostachón volador advierten: «Se debe tener mucho cuidado cuando se juega cerca de la orilla porque si se te cae, se te empapucha y se acabó lo que se daba. Pa que el mostachón vuele adecuadamente es necesario quitarle la alfombrilla primero y a ser posible, dejarlo a la intemperie el tiempo que sea necesario hasta dejarlo como una piedra.»
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