Meteorólogos del mundo deducen que el amor es un viento que igual viene que va
Un grupo de meteorólogos jubilados de los muchos que visitan la Feria de Sevilla, reunidos en la caseta de AEMET, han llegado a la conclusión de que «el amor es un viento que igual viene que va». Liderados por el eminente José Antonio Maldonado, hicieron falta hectolitros de rebujito y una kilométrica caña de lomo para llegar a dicha conclusión, que se vio reforzada por la consiguiente puntualización: «Dicho viento (Amor) igual viene que va, se muere y al momento vuelve a resucitar».
Según este grupo de hombres y mujeres del tiempo, este viento está ahí de toda la vida y puede llegar a ser más fuerte que el Cierzo, la Tramontana, el Poniente y el Levante juntos; asimismo podría ser beneficioso o perjudicial según se sienta o padezca. Todo depende de quien sople.
Los allí reunidos no tardaban en dar aplausos por el descubrimiento revelado, que terminaron en frenéticos palmas y bailes por sevillanas típicos de meteorólogos jubilados. Al cántico consiguiente al referido estallido de felicidad le fue artísticamente implementada la tesis principal, quedando una simpática sevillana que remataba con el siguiente estribillo: «Si me enamoro algún día, me desenamoraré, me desenamoraré, para tener la alegría de enamorarme otra vez.»
El nuevo viento -según este grupo de meteorólogos que incuban sus teorías revolucionarias en casetas de Feria- promete soplar fuerte durante toda las fiestas de nuestra ciudad; especialmente por las madrugadas, en las que el vendaval del corazón promete hacer estragos incluso entre las estructuras familiares más imperturbables.
Los alegres meteorólogos no acabaron su trabajo de campo en la Feria y acudieron, ya casi al alba, al Casino Aljarafe. Allí pudieron comprobar que el amor además de viento es un juego con su cara y su cruz. Un drama.
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