Un sevillano podría cruzar la ciudad saltando de velador en velador

Así lo corrobora un estudio de la Universidad de Hostelería de Bormujos, el consejo de sabios de Sevilla Today y 400 asociaciones de vecinos obligadas a reunirse en lo alto de los veladores. Se ha encendido todas las alarmas de la ciudadanía, repican todas las campanas de la sevillanía, “porque en nuestra ciudad ya no se puede pasear Sevilla y te obligan a saltar de velador en velador como una rana borracha”, apunta Consuelo Osinel, presidenta se la asociación ‘El Vecino Saltarín’.

Sevilla se ha convertido en una ciudad de 2 niveles: El Nivel 1, el del suelo de toda la vida, sumido en una oscuridad perpetua y que disfrutan ratas, perros y sus respectivas heces, y el Nivel 2, conformado por un mosaico de veladores, con móviles y vasos de cerveza, canastas de pan y ciudadanos desesperados brincando de mesa en mesa a la búsqueda de un trocito de albero o del columpio del niño y del que solo se atisba la cima del tobogán.

Cual ardilla de Pinomontano, haciendo uso del viejo símil del historiados griego, Estrabón, quien aseguraba que este animalito podía cruzar la península de Trafalgar a los pirineos yendo de árbol en árbol, el miarmer se ve obligado a hacer los mismo cuando va a comprar el pan. “Nos han convertido en una suerte de barones rampantes, abocados al vicio demoledor que desprende este nuevo universo de veladores y malditos mesoneros que te impiden abandonar la mesa, poniéndote siempre la dichosa cruzcampo por delante, ese elixir del diablo que a todos ciega.” Afirma, Don Fructuoso Campanal, coadjuntor de Omnium Santorum y profesor interino en la Universidad de Bormujos. “ Nos han robado las plazas, las calles y la ciudad en general. La única formar de pisar suelo es metiéndose dentro de un bar, pero al menos con tanto salto uno se mantiene en forma. Ahora que el hígado lo tengo como un tarro de La Piara, miarma» sostiene Curro Alpiste, parroquiano de Remesal.