Trump se bautiza en el Quema y lo deja todo lleno de pelusa

Esta mañana de improviso y por mandato de sus imperiales cataplains, el presidente de los Estados Unidos, Mr. Donald Trump, se presentó en autogiro con su séquito de guardaespaldas -casi tan fornidos como los almonteños- en el Camino que lleva al río Quema. «Mi intensión es la de bautisarmer como romerou y unirme a ellos, porque sé que estos alegres muchachous son de los pocos que comparten my love por la ecoloyía…» Dijo Trump s los paparazzis que allí se concentraban.

El presidente de los EEUU, acto seguido, se abrió paso a empujones, revoleó a 7 u 8 abstemios con botellines incluidos, y se dirigió a la orilla del río Quema. Allí pillo de las chorreras al hermano mayor de la hermandad del Polígono de San Pablo y lo obligó junto con su séquito a que le echara agua por lo alto de la pelusa de pollito de feria que tiene por cabellera.

«Yo me cagou en la Conferensia de Tokiou, el acuerdo de París y en el estatutou de autonomain de Melilla!» soltó el líder del mundo mundial mientras le caían los chorreones de agua por la testa. «Sus vais a de arrepentí de todas las cosas que me desís en er twitter, mamonas!». Dijo el presidente estadounidense a continuación con extraño acento de la carretera de Su Eminencia.

Fue ahí, cuando Trump se creía con los superpoderes necesarios para arruinar aún más al planeta, el momento mágico en que empezó a caérsele la pelusa a raudales, a manojos, al río… que pronto empezaba a presentar una viscosa alfombra amarilla que impedía entrar el oxígeno y la luz que peces y caimanes del Quema necesitan. Un horror…

Donald Trump salía de allí arremangado aún, despavorido y medio calvo al encuentro del autogiro presidencial junto a su séquito de guardaespaldas intelectuales. Antes de montarse en la aeronave se le escucho implorar: «Blanca Palouma, devuérveme la peluca y el acento, miarma, y te sarvo el camino, la selva, el coto y lo que haiga farta… por mis 7 hijos pelones… Ivankaaaaa!»