Último grito en Rumanía: Dientes postizos con la Torre del Oro

“Todo un orgullo para Sevilla y su universal Torre del Oro, que en verdad es de piñonate, porque vivimos en una ciudad de caramelo, que entra por los ojos y por la boca y es muy bonita”. Con estas emotivas palabras el alcalde la ciudad, Juan Espadas, inauguraba el congreso de protésicos rumanos ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos FIBES. El porqué de sus organizadores para ubicar un evento nacional tan multitudinario – La mitad de la población rumana son protésicos dentales o directamente, dentistas- y tan lejos de Rumanía, se debe a la moda que arrasa entre las cajas de dientes de aquel país: Las prótesis de oro con forma de Torre del Oro.

Esta redundancia de implante dental tiene su origen en los emigrantes rumanos, llegados en carrito del Carrefour a Sevilla durante las últimas décadas. Ellos fueron los primeros conocedores de la mítica Sevilla, cuna del emperador Trajano, conquistador de la Tracia (Rumanía) y héroe nacional en aquel país. Por extensión, todos quedaron prendaditos de la Torre del Oro y del dorado fulgor de los pasos de Semana Santa. Pero como “lo de encájar tanto bárroco solemne en boca de paisano se hacía caro y difícil. Pronto nos decantamos por labrar palitas y cólmillos de oro con la susodicha Torre que nos contempla” –explica Nadia Pinionatu, presidenta de los protésicos de Bucarest- “Cada Navidad, cada vérano, los rumanos hispalensis retornaban a sus tierras de órigen, haciendo córrer la fiebre de la Torre de Trájano entre todos nósotros los de allí” – sostiene Pinionatu-.

 De todo el mundo es sabido que la mayor parte de los pueblos indú, uzbeco, maltés, rumano, conquense, ilerdense… disfrutan de la abigarrada tradición de enfundarse la piñata en oro “del que depuso el moro”, garimpeiro. Tanto mayores como pequeños suelen invertir sus ahorros en nuevas piezas dentales que embellecen sus sonrisas y dan un sentido optimista al devenir de las cosas que nunca llegan, “purque la vida es asi” –concluye Pinionatu-.